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/hogar de niños

Si pudieran elegir , si la vida les concedira el privilegio de un deseo, cambiarían esos juguetes que les llueven tres o cuatro veces al año por caricias que no se fueran.
Porque esos chiches no les sujetan las manitos para que duerman tranquilos, no secan las lágrimas con besos, ni abrazan cuando los monstruos acuden en malón a las pesadillas.
Toda tierra en la que viva un solo chico triste, desamparado, o sin sueños, no merece otra cosa que un cielo rojo de verguenza.

todos los derechos reservados                                                                javier brusco /  fotoperiodismo / reportero grafico ©                                   

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