Como un vivo fantasma de su época de brillantez, allí sigue de pié medio tambaleando la calle Nueva York, ya no se escucha el bullicio de los obreros que trabajaban en los frigoríficos, esas 17000 almas que diariamente pisaban sus baldosas, tampoco el de los marineros que bajaban en su puerto, ni de los inmigrantes que transitaban sus veredas, pero ella está, aunque herida siempre está.
Barrio famoso, ya que los trabajadores de la “carne” tuvieron un papel protagónico en el 17 de octubre del 45, pero ya no están ni el Swift, ni el Armour, ni los trabajadores transitando por esa calle, “la calle” que nunca dormía, ya que sus comercios no cerraban sus puertas.
En esas seis cuadras se tejieron tantas telarañas y varias historias de la calle en cuestión, uno de los bares que todavía sigue en pié es el anglo-argentino de Dawson, según se dice que su segundo propietario fue el padre del actor Lito Cruz, y que el actor, antes de dedicarse de lleno a la actuación atendía sus mesas.
Corría el año 1983 cuando el Swift cerró las suyas y con ellas la de los comercios que nunca descansaban, las luces de las fondas y los bares se fueron apagando, según cuentan, el “bar de los turcos” vendía aproximadamente 500 sándwiches por día, esa época de brillantez de “la calle” ya no está, el almanaque no dejó de correr y sus conventillos fueron quedando vacíos, decenas de ellos fueron usurpados, los cabarets fueron desapareciendo, el cine Rex fue demolido, y de la mansión de obreros, construída en 1920, solo queda el frente.
La calle Corrientes de Berisso sigue de pié, aunque tambaleando sigue de pié, todavía sueña con volver a ser, pero ya sus adoquines no están lustrados por las pisadas de las humanidades que por allí pasaban, lo único que queda para consolarla es un decreto presidencial por la que se la declara Lugar Histórico Nacional.